martes, 9 de julio de 2019

FESTIVAL ASFIXIA VOL- 2 


Bogota/ Colombia

Una Fuerza Ingobernable:
En publicaciones especializadas encontramos relatos sobre una gran explosión mundial del movimiento punk en 1982, que contrastan con la mayoría de libros de historia del rock y las exhibiciones en grandes museos europeos y estadounidenses que en 2017 celebraban los 40 años del movimiento. ¿En qué se diferencian ambas versiones?

Difícilmente podría llamarse "movimiento" a la moda juvenil orquestada por la diseñadora de modas Vivienne Westwood y particularmente el agente musical/diseñador Malcom Mclaren. Leyendo sobre su recorrido podemos entender sus premeditadas intenciones de impactar la cultura joven del mundo occidental tomando de aquí y allá para crear un fenómeno que por medio del escándalo pudiera insultar los valores culturales del momento para atraer la atención. Un año antes de cumplir su cometido, McLaren intentó infructuosamente apalancarse en los New York Dolls aplicando la estrategia que lo llevaría al éxito. Profundamente influenciado por la vertiente artística de la internacional situasionista que promovía revolcar el contexto sociopolítico desde el absurdo, vistió a la banda estadounidense con símbolos comunistas para agitar la sociedad norteamericana. Sin embargo, el conservatismo estadounidense, incluso en sus generaciones más jóvenes, no permitió al agente musical lograr su objetivo, a diferencia de lo que sucedería en 1977 al vestir con esvásticas a los Sex Pistols mientras cantaban sobre la anarquía.

La aparición del punk en la escena musical este año implicó una ruptura en el paradigma sobre quiénes eran dignos de expresarse a través de la música pop, validando y alentando la crudeza y la ironía sobre el predominante tecnicismo y esoterismo del rock progresivo, además de generar una excitante atmósfera estética en la que se encontraron muchos artistas, diseñadores de modas y la juventud europea y estadounidense. Sin embargo, esta manifestación cultural aún estaba delimitada por los grandes sellos musicales, los programas de entrevistas, los canales privados de televisión y la prensa sensacionalista, lo que conllevó a un desenlace predecible: después de diez años de ser la moda de turno, el punk dejó de ser un escenario interesante para las grandes estructuras que capitalizan la cultura juvenil y fue sucedido por el new wave, exigiendo a sus seguidores y artífices adaptarse a las nuevas tendencias.

Si bien los Sex Pistols desencadenaron una gran conmoción al vandalizar los iconos que representaban la tradición conservadora de Gran Bretaña y amenazaron con tomar control sobre las generaciones de jóvenes desencantados ofreciéndoles el frenesí de la autodestrucción como antídoto al aburrimiento y la alienación, su influencia en el tiempo no trasciende más allá de un inofensivo gesto artístico de rebeldía al estar enmarcado en las dinámicas de la cultura pop y siguiendo la trayectoria años después de los actores involucrados.

A pesar de esto, el símbolo del anarquismo usado por la banda hizo resonancia especialmente en lugares del sur de Europa donde existía una fuerte herencia de movimientos partisanos, anarquistas y sindicalistas que promovían la lucha social contra el capitalismo, la libertad individual y colectiva.

Esta influencia constituye al punk como un movimiento artístico y político en el que convive su concepción primaria alimentada por el caos y la autodestrucción, y una nueva mirada que cuestiona directamente la forma en la que se produce y se consume. Un ejemplo de esto es el disco compartido entre las bandas de Milán Wretched e Indigesti, auto-editado en 1982. La pieza en sí misma es un manifiesto político: un austero empaque sin portada, protegiendo el disco únicamente con una funda de papel grabada con sellos de goma con premisas como (chaos non música- contra el monopolio de las casas discográficas-contra todo aquello que es comercial-disco auto-producido), seriado a mano y con el precio de venta escrito en la portada haciendo clara su postura en contra de la especulación del mercado, los insertos del disco son largos escritos anti represión y en contra de la guerra, en el label del disco encontramos el símbolo de la paz entrelazado con la (A) anarquista y complementando los insertos,  collages que recuerdan a las influencias situacionistas del movimiento.

Resulta importante entender que los miembros de bandas como Wretched hacían parte de comunidades cuyo trabajo trascendían el contexto artístico, vivían y eran activos en diferentes labores en el centro social/sala de conciertos Virus, una casa ocupada que fue testigo de cientos de conciertos, charlas y asambleas, esta posición frente a las prácticas artísticas rompían con los roles divisorios de productores y consumidores, artistas y publico al fluctuar sus actores entre estos mismos, además de generar una economía colaborativa que hacía viable estos nuevos modos de vida en las urbes.

Esta evolución enmarca la salida del punk de los dictámenes de la cultura hegemónica. Tomando y transformando la estética originada en la tienda SEX de Londres y llevando al extremo el sonido rápido y desgarrador de las bandas originarias del punk, nace el concepto del Hard Core; una postura más radical que pretendía permear las diferentes dimensiones de la vida de quienes se interesaban/hacían parte de este. El Hard Core tiene un carácter internacional, por lo cual no tiene un sonido ni credo homogéneo, se alimenta de las posibilidades, los lenguajes y condiciones sociopolíticas de cada contexto, pero se retroalimenta a través del intercambio. Claros ejemplos de esto pueden ser el disco compartido entre la banda japonesa The Execute y la banda alemana Inferno en el 82, el EP auto titulado de Ataque Frontal de Perú editado en el 88 por el sello New Wave de Francia, la influencia del sonido finlandés en las bandas de Brasil o el intercambio de cartas entre Hector Buitrago de la Pestilencia con diferentes sellos y distribuidoras del mundo incluyendo Alternative Tentacles de Jello Biafara.
Colectivo Rat Trap

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